En unos de mis sueños, me encontré en una ciudad muy extraña,
no sabía lo que hacía allí, sé que
estaba en una estación de ferrocarril,
pues aparecí apoyado de espalda en la pared
de un andén de estación, cuando de pronto… Salió una mano de la pared, me cogió
con suavidad la mía y sin saber cómo, ni de donde había salido, apareció una
mujer, me comento que no la soltara la mano. Me llevo fuera de la estación, a
una pequeña plaza, enfrente a la estación, había un gran árbol en el centro y a
su alrededor unos bancos, nos sentamos en el que estaba justo enfrente a la
entrada de la estación de ferrocarril.
-Oiga ¿Qué es lo que está pasando, quien es usted y de dónde
ha salido? Fueron las primeras preguntas que se me ocurrieron hacerla, después
de lo ocurrido.
-Seré una compañera de viaje tuya en algunos de tus sueños,
mi nombre no me lo preguntes, pues serás tu el que me lo pongas, solo puedo
decirte que tengo la virtud de poder hacerte atravesar paredes, en algunos de
tus sueños, en cualquier época y lugar Solo una advertencia, cuando quieras
cruzar una pared, piensa antes que te podrás encontrar, con situaciones que no
podrás cambiar.
Me dejo pensativo, en sus comentarios. Pero no podía pasar
de tener esa experiencia, entrometerse en lugares sin tener que pasar por
puertas cerradas con llave. Me era difícil elegir, donde quería entrar sin
llamar o entrar en algún lugar prohibido. ¿Quién no ha tenido alguna vez, esa
clase de curiosidad?
Lo primero que hice, fue poner nombre a mi compañera de
viajes de este sueño. -Te llamare… Ana. Y al primer lugar que quiero ir es… Un
viejo Hospital psiquiátrico, siempre me llamo la atención, cerrado desde que yo
lo conocí, corrían viejas historias que ocurrieron dentro del.
Entramos de nuevo a la estación, nos subimos al primer tren
que tenia salida de la estación y en la primera parada que hizo, allí nos
encontramos, frente a la puerta del hospital, yo seguía sin entender nada. Las
puertas de la entrada principal, estaban cerradas con unas grandes cadenas, como
la última vez que lo vi, me dirigí a Ana… Y la dije que quería entrar, pero en
la época en el que se encontraba abierto, quería saber que era de cierto todo lo
que contaban de lo que ocurría dentro en la época en la que estuvo abierto. El aspecto por fuera era de un gran edificio
abandonado de cuatro plantas, una vez frente al edificio nos dirigimos a la
derecha de la puerta, Ana me cogió la mano, ella la atravesó primero y detrás
de ella pase yo. Yo no tenía palabras para expresar lo que sentí, aunque la
verdad es que no sentí nada, fue como pasar de la luz a la oscuridad y volver a
la luz, nos encontrábamos en un cuarto detrás de la recepción del hospital.
Pasamos a recepción…, estaba vacía e iniciamos a caminar por
el pasillo central, no se veía a nadie del personal sanitario, escuchamos
alboroto en unas de las salas situadas a la izquierda del pasillo, la comente a
Ana de pasar a ver qué era lo que estaba ocurriendo.
Ana me comento…,- Se me olvido decirte, que nadie nos vera
presentes en donde estemos.
Cogiendo mi mano de nuevo, cruzamos a una sala donde
escuchamos alboroto. Había tres celadores intentando ponerle una camisa de
fuerza y una inyección a uno de los enfermos. Imagine que seria para sedarle,
se le veía muy alterado y gritando. ¡No a cirugía, no! ¡A cirugía, no! Parecía
como si le fueran a llevar a los infiernos. Los demás enfermos estaban todos en
un rincón, era un gran salón con mesas y sillas alrededor de ellas, otras alrededor
de las paredes y unos grandes ventanales todos con rejas.
Me impresiono, ver el terror que llevaba en el semblante
aquel enfermo, era un joven de treinta y tantos años, corpulento e imagino que
antes de entrar allí era un joven de buen ver, su estado físico se le veía algo
deteriorado, me fije que su ojo derecho lo tenía algo amoratado, podía ser de
algún golpe, tanta intriga me entro, que quise ver donde le llevaban. Por el
pasillo uno de los celadores, le dijo… no tienes por qué temer nada Víctor. Sabes
que lo que se te hace es por tu bien y para que salgas curado de aquí.
La pregunte a mi amiga Ana ¿qué clase de locura podía tener
ese joven para estar encerrado en el hospital psiquiátrico? –No te puedo
contestar, pero quizás en el despacho del médico jefe, este su informe.
Seguro que tendría razón Ana, pero me inquietaba mas que era
lo que le iban hacer en el quirófano. Seguimos a los tres celadores y al
enfermo, parecía ser que el quirófano estaba en otra planta, se pararon ante la
puerta del ascensor, esperamos a ver en que planta se paraba el ascensor, para
subir nosotros por las escaleras. Se paro en la cuarta planta, la ultima del
edificio, me pareció raro que no viésemos ninguna sala de espera para
familiares.
Volvimos a escuchar los gritos del joven, venían del final
del pasillo, nos acercamos a la puerta, Ana me miro con cara seria y me
pregunto..,-¿Quieres entrar? Me quede pensativo por un instante, no sabía lo
que le iban hacer, ni lo que nos podríamos llegar a ver ahí dentro…
Continuara…
Pensé que quizás a Ana, no la gustase la idea de entrar, pero ella sabía
que era mi billete de ida y vuelta, en esos traslados a través de paredes y
muros.
-Coge mi mano…, me dijo. Una vez dentro me di cuenta, de que ella entro
mirando con la mirada hacia atrás, quizás ella supiese lo que ocurría dentro.
Era una sala grande, había dos camillas, las cuales estaban vacías y un sillón
parecido a los que utilizan los dentistas, con la diferencia que este tenía una
correa como para sujetar a los pacientes la cabeza, en el estaba sentado
Víctor, el joven al que subieron a la fuerza, no parecía que estuviera
anestesiado, sedado quizás, estaba con los ojos completamente abiertos, delante
del sillón una maquina que nunca había visto, parecida a las de las ópticas,
cuando te prueban las lentes. Estaban allí, uno de los celadores, una enfermera
de una avanzada edad y el que supuestamente era el doctor, que llevaría a cabo
la operación o lo que le fueran hacer al joven. En otra zona de la sala, había
unas estanterías transparentes cerradas de las cuales salían unas tuberías
enganchadas a un recipiente grande, el cual por la tapa de cierre tenía como
unas pequeñas fugas como de vapor, era una especie de humo blanco que se
disipaba a los pocos instantes de salir.
Mientras el personal sanitario, hablaba y preparaba la máquina de delante del
sillón, yo me acerque a ver, que era lo había en esa especie de neveras
transparentes, ya que los cristales estaban empañados, desde la pared por la
que pasamos, no se llegaba a ver lo que había en sus interiores se veía como
especie de vasijas. Una vez que ya pude tocarlas, pase mi mano por el cristal
para quitar el empañado de ellas, pero un momento… mi mano no hacia efecto
sobre el cristal, no podía quitar lo empañado, mire a Ana… se acerco a las
estanterías.
Paso ella su mano por la superficie del cristal y quedo sin rastro de
empañado, pero que veíamos… eran cerebros dentro de vasijas y en otras más
pequeñas ojos, globos oculares. ¿Que era
lo que podían hacer allí? seguro que serian de humanos.
Nos dimos la vuelta y vimos como el doctor, preparaba la maquina que el
joven Víctor tenía enfrente, la arrimaron hacia él y dios… le iban a pinchar
con una gran aguja en el ojo derecho, que podría ser lo que le iban hacer, desde
luego no era una operación para arreglarle la vista, me acerque, y por las
dimensiones de la aguja clavada toda ella en el ojo y con la inclinación que
tenia hacia arriba, le tenía que llegar al cerebro, vi como le iban absorbiendo
un liquido, una vez llena, se acercaron a las estanterías donde se encontraban
los cerebros y a uno de ellos le inyectaron todo el liquido de la jeringa ¿A
que se podían estar dedicando en el hospital? Seria algún tipo de experimento…,
pensé. Pero el moratón que vi al joven cuando se lo llevaban, no era de ningún
golpe, segurísimo que era de otros pinchazos en el ojo.
Salimos de allí, de la misma manera que entramos, fuimos a buscar el
despacho del doctor jefe del hospital, para saber el tipo de enfermedad que
tenia Victor, al final del pasillo encontramos su despacho, entramos cogidos de
la mano como hacíamos siempre, empezamos a buscar en los archivadores y allí estaba el informe
de Victor, ponía que sufría un tipo de esquizofrenia, pero el nombre estaba
tachado y no se distinguía el nombre. De pronto oímos pasos y como introducían
la llave en la cerradura de la puerta…Dejamos la carpeta con el informe de
Victor en su sitio y nos apartamos. Eran la enfermera y el doctor, ella se
sentó frente al doctor y empezaron a comentar sobre el estado de Victor…-Doctor
creo que a Victor, ya no se le puede exprimir mas, o se nos quedara como un
vegetal, ya tenemos bastantes neuronas como para hacer el trasplante…,-Esta
bien, esta noche haremos el trasplante…, respondió el doctor.
¿Qué tipo de trasplantes serian? ¿Utilizarían de conejillos, algunos
enfermos? Para curar a otros…
Continuara…
El psiquiátrico III
Bajamos a la tercera planta, a ver que nos podríamos
encontrar, a un lado del pasillo había salas, una de ellas estaba abierta era
un gimnasio, allí vimos como varios enfermos hacían ejercicio cada uno dentro
de sus posibilidades, continuamos por el pasillo lo que parecían habitaciones
estaban todas cerradas, todas tenían una ventanilla en la parte superior con
barras, a nuestro paso me choco que se asomasen algunos de los enfermos y nos
siguieran con su vista perdida ¿Cómo podía ser?
-Ana, me dijiste que nadie nos podría ver, y hay algunos que
nos siguen con sus miradas.
-No lo entiendo de verdad es la primera vez que ocurre…,
contesto Ana toda sorprendida.
Continuando por el pasillo, en la zona izquierda donde
estaban las salas escuchamos voces, en una de ellas y decidimos entrar. Lo
primero que vimos, fue a varios enfermos arrastrándose por el suelo, unos con
la falta de algunas de sus piernas, otros sin ellas sentados en sillas de
ruedas a otros sentados en sillas alrededor de mesas, a los que no les faltaba
una mano les faltaba ambos brazos, todos ellos con sus semblantes llenos de
dolor y de pena, fue una situación el ver a esas personas que me dejo muy
tocado…,- Ana, por favor sácame de aquí…, la dije.
Nada mas salir, enfrente a esa sala había unos baños, sin
mediar palabra con Ana, salí corriendo a vomitar. Me era difícil describir en
el estado en que se encontraban los baños, no tenían espejos, era normal ya que
a saber lo que podían hacer algunos enfermos con trozos de cristales rotos, la
limpieza brillaba por su ausencia aunque mas bien desde su inauguración creo,
que no se había vuelto a utilizar ningún utensilio de limpieza en ellos. Fue de
los peores momentos desde que entramos allí. No podía entender porque tenían a
esas personas apartadas y sin nadie al cuidado de ellas, desatendidas en el
estado en el que estaban.
Lo que si me pareció raro, es no ver en ninguna de las
plantas que llevábamos visitadas a ninguna mujer, la única la enfermera. Nos
dirigimos hacia las escaleras para bajar a la segunda planta, nada mas entrar
en las escaleras escuchamos conversar a dos celadores..,
-Esta noche estaremos todos de guardia, al parecer hará la
ultima intervención…, comento uno de ellos.
-Yo después de la intervención, ocurra lo que ocurra me iré
de aquí, no quiero saber nada más de este maldito hospital, no quiero estar
involucrado más en las demencias del doctor, estoy aguantado porque me prometió
que mi hermano Victor saldría curado, pero cogeré a Victor y saldremos de aquí
en el estado que se encuentre, no he visto mejoría ninguna, al contrario desde
que le suben al quirófano esta peor, no me dice que es lo que le hace allí,
nunca me dejo estar presente…,comento el otro.
Ana y yo nos miramos con caras de desconcierto, uno de los celadores
era hermano del joven Victor, que no estaría viendo el allí como para querer
irse, eso sin saber lo que le hacían a su hermano ¿Qué clase de intervención,
tan importante tendría que hacer el doctor?
Esperamos a que se fueran, aunque era absurdo pues podíamos
pasar por delante de ellos sin ellos vernos, bajamos las escaleras hacia la
segunda planta. El pasillo principal de las plantas era igual en todas ellas,
en la parte izquierda salas grandes y a la derecha, habitaciones, baños y en
esta había una sala grande también, estaba justo en la mitad del pasillo.
Fue a la primera que nos dirigimos, pues nos imaginamos que
las demás serian como las de las otras plantas, esta tenia las puertas
abiertas. Era una especie de guardería por las cunas que había, en las paredes
ni un dibujo, ni imágenes que decorasen la sala para niños, estaban todas las
cunas vacías, eran de hierro solo quedaban los colchones, con respecto a los
demás sitios visitados, la sala se encontraba en un estado de limpieza optimo.
Nos imaginamos que en esa planta era donde acomodarían a las mujeres, las salas
estaban vacías, empezamos a mirar por las ventanillas de las habitaciones por
llamarlas de alguna manera, pues más bien parecían celdas, las tres primeras
del pasillo estaban vacías, al abrir la ventanilla de la cuarta habitación…,haaag
un olor insoportable, una anciana tumbada en la cama, creo que sus necesidades
de unos cuantos días la acompañaban, con el ruido al abrir la ventanilla, alzo
la vista, tenía la expresión de la muerte en su semblante la pobre, cerramos la
ventanilla y Ana comento…,-Recuerda que no podemos hacer nada por ella,
continuemos…
Las demás habitaciones estaban todas vacías, pero las
habitaciones estaban como si no hiciera mucho tiempo que hubieran estado ocupadas.
Tenían todas una sola cama de hierro, pegadas a la pared de la cual salían unos
agarraderos para poder atar a los enfermos, una pequeña mesa anclada al suelo y
un lavabo de de chapa y al lado lo que se podía llamar baño. Algunas tenían
unas pequeñas ventanas con rejas de no muy grandes dimensiones y en todas las
plantas un par de ellas con solo un acolchado en las paredes.
Al final del pasillo había una puerta, nos dirigimos hacia
allí. Era como la antesala a otras habitaciones, se encontraban todas cerradas
con llave, el silencio lo rompían algunos gemidos como de dolor, no había duda
de que en algunas de las habitaciones había personas, Ana tuvo que emplearse
otra vez para que entrásemos en ellas, empezamos por la primera que estaba a
nuestra derecha.
¡Dios! Tuvimos que echar la mirada atrás, nos encontramos
con una mujer moribunda, tapada con una sabana medio ensangrentada de medio
cuerpo para abajo tumbada en la cama, con la cabeza totalmente afeitada, con la
boca cosida y unas grandes cicatrices, donde deberían estar sus pechos. Salimos
de allí, con los cuerpos descompuestos. Nos dirigimos a la siguiente y comente
a Ana, si había alguna posibilidad de que entrase yo solo, para que ella no
viera tan crueles imágenes.
-No puede ser, tengo que penetrar yo primero en las paredes,
ya te lo explicare en su momento.., esa fue su contestación con cara de dolor.
En la siguiente más de lo mismo, se podía oler el dolor que
desprendían sus cuerpos, esto era cosa de locos y no por el lugar, sino por
quien, hubiera hecho esto. Una mujer también con la boca cosida, seguro para
que nadie escuchase sus gritos y lamentos, esta tenía sus pechos, el ojo
derecho amoratado como Víctor, pero un momento…, su parte genital también la
tenia cosida… No pude mas…, mi interior me lo pedía… ¡Grite con todas mis
fuerzas! ¡Para que todo esto, porque, porque!
Continuara…
El psiquiátrico IV
Después de lo visto en
las dos habitaciones le pregunte a Ana…
-¿Quieres que salgamos
del hospital Ana?
-No, quiero saber qué es
lo que está ocurriendo con algunos de los enfermos. Subamos a la cuarta planta,
allí será donde el doctor hará su última intervención.
Nos dirigimos de nuevo
hacia las escaleras, pero al pasar por la sala donde se encontraban las cunas
vacías, me pregunte qué habría pasado con los niños que las ocupaban.
Supuestamente serian los hijos de las enfermas, o ¿saldrían de aquí con sus
madres curadas? Me tendría que quedar sin la respuesta.
Una vez en la planta… el
silencio era total, en las salas donde supuestamente hacían gimnasia algunos
enfermos, estaba vacía. Donde se encontraban los discapacitados de miembros,
tampoco estaban, la noción del tiempo para Ana y para mi, parecía no existir,
supuestamente seria la hora de que se retirasen o los retirasen a dormir, nos
acercamos a lo creíamos seria el quirófano, nadie por los pasillos, sin un
ruido…
Ana me pregunto…,
-¿Preparado para entrar?
-Si…, conteste, me cogió
la mano más fuerte que otras veces, no sabíamos lo que íbamos a ver o descubrir.
Como siempre ella cruzo
primero, el transcurso del tiempo en cruzar de nuevo, esta vez fue como si
dejara de existir el tiempo, fue una sensación inexplicable.
En la sala no había
nadie, estaba totalmente vacía, no estaban las estanterías con las vasijas de
cristal, ni las dos camillas, ni el sillón donde punzaron a Víctor ¿Qué podría
estar ocurriendo?...
Esta vez salimos por la
puerta, las únicas que moraban a sus anchas eran algunas ratas que se nos
cruzaban huyendo de nosotros, estaba todo en un estado de abandono total,
totalmente diferente a cuando cruzamos el primer muro del edificio, lo que eran
las puertas del ascensor estaban tapiadas, bajamos por las escaleras echando un
vistazo a las plantas y todas estaban en el mismo estado, era como un edificio
fantasma, ya en la sala de la entrada principal. Mire a Ana con cara
expectación.
-¿Que está ocurriendo
Ana? La pregunte… Sin contestarme, me cogió de la mano y por donde entramos
salimos.
Nos giramos de frente al
edificio, no había cambiado nada desde nuestra llegada.
-¿Y ahora, que Ana? La
pregunte…
-Me pediste entrar en el
hospital psiquiátrico y has estado dentro, yo solo soy tu compañera de viaje en
este tu sueño…, me contesto
-Pero me gustaría saber
qué es lo que ocurrió con Víctor. Quien hizo esas atrocidades con las mujeres y
seguro que con algunos de los enfermos mutilados, no nos podemos quedar
cruzados de brazos. Vi en tu semblante, cuando entramos en las habitaciones de
esas mujeres, como sufriste al verlas…, la dije.
-Sabias que no ibas a poder cambiar nada, lo
que ocurrió, ocurrió.., me insistió.
Sabía que no iba a poder cambiar nada, pero
tampoco podía quedarme con la incertidumbre de saber que ocurrió.
Cogiéndome las dos manos,
me miro a los ojos y me dijo…
-Hasta aquí ha llegado mi
viaje en tu sueño contigo, quizás en el próximo consigas por tu mismo,
encontrar esas respuestas, te dejare en la pared de la estación de la que te
cogí para hacer este viaje, quizás llegues a tiempo para coger el próximo tren
y quien sabe donde te llevara su destino…, estas fueron sus últimas palabras,
antes de desaparecer.
Así fue, me encontré
apoyado en la pared de la estación, estaba frente a un andén por el cual empezó
a echar andar un tren, sin pensármelo me apresure a subir en el en marcha…
Continuara…
El
psiquiátrico V
Me
encontré subido en un tren sin saber el destino, entre en el primer
compartimento que vi vacío y me senté al lado de la ventanilla, era consciente
de que estaba atrapado en un sueño muy profundo y que seria difícil despertar
de él, después de lo visto en el psiquiátrico, no se me iba de la cabeza lo que
pudo ocurrir en el, tampoco dejaba de pensar en Ana, a quien estaría
acompañando y donde.
Vi a
través del reflejo del cristal de la ventanilla del tren, como se abrió la
puerta corredera del compartimento y entrar una persona.
-¿Le
importa si comparto con usted el compartimento?
-Por
supuesto que no… le conteste.
-Si no
te importa, nos podemos tutear… le dije
-Si,
claro como no, mi nombre es Víctor ¿A que lugar vas tu?
-¿Víctor?
Que casualidad…
-Casualidad,
porque.
-No,
por nada, me bajare en la primera estación que pare el tren, no tengo destino
fijo… le conteste.
Era un
chico joven, vestía unos pantalones negros y una cazadora de color gris oscuro con capucha grande que prácticamente le tapaba
todo el rostro y unas gafas de sol oscuras. El tren empezó aminorar la marcha
hasta que paro, me levante para dirigirme al pasillo y bajar.
-Adiós
Víctor, encantado de conocerte y que tengas buen viaje.
-Mi
viaje será demasiado largo, lo mismo te digo ha sido un placer
A
diferencia que con Ana, nada mas bajar del tren me encontré en una vieja
estación, estaba totalmente vacía, yo fui el único pasajero que se bajo en
ella, el tren echo andar, me di la vuelta para ver como se alejaba el tren y en
una de las ventanillas vi como Víctor, se despedía de mi con la capucha echada
hacia atrás y sin las gafas de sol ¡Era el, era el joven del psiquiátrico! La
cabeza totalmente rapada, el ojo derecho vi como lo tenia de un color grisáceo
y todo su alrededor de un color pálido. Todo era tan extraño... ¿No sabia donde
me encontraba? ¿Por qué me he encontrado con Víctor?
Empecé
a echar de menos a Ana, por lo menos a ella le podía decir que me llevara de
nuevo al hospital, creía que bajándome en la primera parada del tren volvería a
él. Me senté en uno de los bancos que había en el anden, me encontraba cansado
y mi despertar del sueño parecía que no venia, cerré los ojos a ver si me
quedaba dormido y al despertar volvía a la vida real…
De
pronto… note, como alguien se sentó a mi lado me puso la mano sobre el hombro,
diciéndome…
-Despierta
que no se puede dormir en un sueño, estando en el.
-Ana…
eres tu, que alegría volver a verte.
-Ya
ves, hasta que no despiertes tengo que seguir contigo y continuar contigo el
mismo viaje que empezamos, dame la mano y no me digas a donde quieres ir, que
ya lo se.
Nos
levantamos, nos dirigimos hacia la pared de la estación y…
Allí estábamos, frente al hospital
psiquiátrico, estábamos dispuestos llegar hasta el final y saber que fue lo que
ocurría entre sus paredes. Esta vez estaba todo totalmente normal, las puertas
y ventanas sin tapiar, estaba atardeciendo y se veían luces encendidas en su
interior, nada mas entrar detrás del mostrador de recepción, nos pregunto una
enfermera… la cual creo que era la que se encontraba en la sala del quirófano
donde tenían a Víctor.
-¿Qué
desean?
Ana y
yo nos miramos, y continuamos como si no la hubiéramos escuchado.
-¡Si! somos
familiares de Víctor, veníamos a visitarle y ver como se encuentra… fue lo
primero que se me ocurrió.
-Ya no
es hora de vistas, los pacientes tienen que descansar, vuelvan mañana.
-Así lo
haremos, gracias.
Nos
fuimos por donde habíamos entrado, nos dirigimos al lateral de la puerta
principal para entrar como la primera vez.
-Mejor
así, no tendremos que dar explicaciones a nadie, esperemos que no cambie el
estado del edificio, entrando de esta manera… le dije a Ana.
Cruzamos
el muro y nos encontramos donde la primera vez, una pequeña habitación detrás
de recepción, al salir allí estaba la enfermera, pasamos por delante de ella y
como si fuéramos invisibles, en las salas ya no estaban los enfermos, fuimos
echando un vistazo en algunas habitaciones y allí estaban, unos tumbados en sus
camas en posición fetal, otros de pies hablando contra la pared, o a saber con
quien, se escuchaban golpeteos de las
sillas de los que no paraban de balancearse ellas, las expresiones de sus caras
mejor no describirlas, llegamos a las dos ultimas que eran las que estaban
acolchadas, cruzamos la primera y nos encontramos con una persona de mediana
edad, en una esquina y hablando entre balbuceos, con los ojos en blanco y con
la cabeza como reposando en el hombro. En la siguiente nada mas entrar el olor
nos echo para atrás, estaba vacía, el suelo lleno de líquidos secos de colores
poco agradables para la vista. De momento era casi todo normal para el sitio
que era.
Nos
dirigimos a la segunda planta…
Allí
fue donde encontramos, a las mujeres con las atrocidades hechas en sus cuerpos,
esperamos no encontrarnos de nuevo con aquello. Empezamos cruzando las
habitaciones, por las más cercanas a la escalera, los mismos semblantes de
locura en sus caras, unas durmiendo en el suelo, otras a oscuras andando,
rozándose con las cuatro paredes como si quisieran llegar al final de algún
camino. Salimos de nuevo al pasillo, estábamos en frente a la sala donde
estaban las cunas, decidimos entrar… Había como unas diez camas, estaban
ocupadas todas por bebes durmiendo, pero un momento al final de la sala había
unas cortinas echadas, nos acercamos descorrimos las cortinas y… ¡Por dios, no
podía ser lo que veían nuestros ojos!...
Continuara…
El psiquiátrico
Capítulo final
Había tres bebes, uno de
ellos con una deformación, estaba completamente desnudo y una de sus piernas la
tenia completamente girada a su cuerpo, el otro era una niña con la cara
totalmente desencajada, lo más impactante era ver a un bebe atado, lo tenían
así imagine…, que era para que no se dañase, pues de su boca por llamarlo de
alguna manera salían unos grandes dientes amarillentos y con parte de su gran
lengua saliendo por uno de los laterales de su boca toda ensangrentada, el otro
no era tan bebe, un niño con cara de anciano, se me quedo fijamente mirando,
supuestamente no nos podían ver, pero esa mirada parecía querer decir que le
ayudásemos, no podía llegar a imaginarme el sufrimiento de esa tres criaturas,
llegar a nacer ante un abandono total, en la sala sin nadie que los atendiese
como si fueran unos despojos humanos. Vi como a Ana como se le inundaron los
ojos de lágrimas, no era para menos, las cunas inundadas por sus heces y orines
¿cómo podía permitir el personal del hospital eso?
Ana cerró por un instante
sus ojos inundados por las lágrimas, cuando de pronto las tres criaturas y sus
cunas desaparecieron a la vez que ella abría los ojos.
-¿Ana que ha ocurrido? …,
la pregunte.
-Aunque este sea tu
sueño, esto nunca debió ocurrir dejémoslo así… contesto entre sollozos.
La verdad, que yo tampoco
hubiera querido, salimos de la sala sin yo preguntarla más sobre lo ocurrido.
Las salas grandes,
estaban todas vacías como en la otra planta, nos dirigimos al final del pasillo,
de pronto vimos como de la sala del final del pasillo sacaban dos camillas dos
celadores, levaban puesto una mascarillas, aparentemente eran unos cuerpos
tapados con unas sabanas, aggrrr, el olor era insoportable, iban dejando un olor a carne descompuesta , en unas de las
camilla se descolgó un brazo todo amoratado y la mano entre abierta agarrotada,
de ella empezó a correr un chorro de sangre, dejando un reguero de sangre de color marrón, casi seguro que eran las dos mujeres que
vimos con sus cuerpos destrozados.
¿Pero donde las
llevarían?...
Se metieron en el ascensor y antes de cerrarse
las puertas vimos como pulsaban la tecla de la cuarta planta. Subimos las
escaleras corriendo, no queríamos dejar de ver donde se dirigían, se metieron
en una de las salas de la izquierda, cogieron entre los dos un cuerpo y luego
el otro, los ataron con las sabanas como si fueran dos bolsas, metieron uno y a
continuación encima el otro, en una especie de montacargas no muy grande,
imaginamos que sería el comedor del hospital, ya que había carros con bandejas
de comidas en una de las paredes y donde metieron los dos cuerpos seria el
montacargas por donde se subía la comida de las cocinas que estarían en la
planta baja.
Se acercaba la noche de
la última operación, según dijo el hermano de Víctor y hablando de Víctor. No
le vi en ninguna de las habitaciones y de los celadores con los que nos hemos
cruzado, ninguno de ellos era su hermano. Nos dirigimos al final del pasillo a
la sala del quirófano donde supuestamente se haría la última intervención.
Esperamos mirando por uno de los ventanales que daban al lateral izquierdo del
edificio, abrimos la ventana para que nos diera un poco el frescor de la tarde
noche, y uff nos llego un olor a quemado horroroso, como tenían rejas las
ventanas no nos pudimos asomar a ver de dónde venía el humo pero no venía de
lejos, subía pegado a la fachada, nos imaginamos que saldría de la cocina que
estaba en la parte trasera del edificio, desde luego no era a comida o si lo
era, era algo a la brasa.
Un momento los cadáveres…,
los celadores los bajaron a través del montacargas del comedor, no podía ser…
¿Cómo los iban a incinerar en la cocina?
Vimos como pasaron, el
doctor, la vieja enfermera y los dos celadores, los mismos que estaban cuando vimos
lo que le hacían a Víctor.
Una vez entraron a la
sala de quirófano, nosotros hicimos lo mismo a nuestra manera, una vez dentro,
vimos encima en las dos camillas supuestamente dos cuerpos tapados con sabanas,
debajo de ellas, salían unos cables y varios tubos enganchados por atrás a las
estanterías donde estaban las vasijas con los cerebros, parecía que tuvieran
todo preparado para la intervención, se acercaron a las camillas levantando las
sabanas… ¡Dios que son esas…!
No puede ser, lo que veían nuestros ojos, eran
dos cuerpos atados con correas a las camillas, hechos de trozos, el de una
mujer y el de un hombre, con cosidos por todo el cuerpo, con un color grisáceo,
sus uñas largas de color morado, sus
ojos totalmente hinchados y cerrados, ninguno de los dos con cabellos en sus
cabezas, tenían enganchados tanto a sus torsos como a sus cabezas todos los
cables y tubos.
Vi como Ana se separaba de mi, atravesó la
pared, imagine que salía a vomitar después de lo visto, cuando entro la
pregunte…
-¿Te encuentras bien?
-Sí, no me he podido
aguantar y he salido a…
-Si a vomitar, ya me
parecía a mí que aguantabas demasiado
¿Qué sería lo que
pretendían hacer?... Uno de los
celadores, le acerco al doctor una mesa con varios aparatos, pero nada de
herramientas quirúrgicas, estaba claro que no iban hacer ninguna operación
quirúrgica, si era lo que Ana y yo nos imaginábamos, seria inhumano y nosotros
sin poder evitarlo. De pronto el doctor, empezó a encender los aparatos y a
manipularlos, cuando de pronto aquellos dos cuerpos empezaron a tener
convulsiones, de leves a más fuertes, llegando incluso a entre
abrir sus ojos, llego un momento que daban hasta miedo aquellos dos monstros,
por lo menos para nosotros lo eran, de momento se les pararon las convulsiones.
El doctor mirando con una leve sonrisa a su
enfermera y a los celadores les dijo…
-Creo que están
preparados para darles la vida… les comento.
Pero como pretendía dar
vida a esos… ya no sabía ni cómo llamarlos.
-El doctor, volvió a
manejar de nuevo los aparatos, y de nuevo les empezaron a los dos cuerpos a dar
convulsiones esta vez, no hubo leves les dieron dos muy fuertes y no sé cómo,
pero las correas que sujetaban sus torsos las rompieron al incorporarse y lo
mismo hicieron con las que les sujetaban los pies, se pusieron en pie y como
dos ciegos con los ojos cerrados empezaron andar, no tardaron en abrir los ojos
y a soltar la palabra ¡VIDA! ¡VIDA! Mientras babeaban espuma y sangre por sus
bocas dirigiéndose hacia ellos se abalanzaron sobre uno de los celadores, al
llevar los cables enganchados el celador cayó fulminado al suelo, por alguna
descarga eléctrica. El doctor, la enfermera y el otro celador, salieron de allí
como alma que lleva el diablo, nosotros cuando creíamos que no notarían nuestra
presencia, se dieron la vuelta para salir del quirófano, pero al llegar a
nuestra altura pararon y se abalanzaron sobre nosotros…
Fue un domingo de esos soleado,
de los que después de una horrorosa pesadilla, te levantas con ganas de hacer
todo lo que has estado planeando durante la semana ajetreada que has tenido y
olvidarte de lo que ha pasado durante la noche, me calenté el café y me senté a
desayunar con unas ricas tostadas de pan con aceite, encendí la televisión de
la cocina, para ver las noticias y agrgr se me cayó el café ardiendo escuchando
y viendo una noticia…
-Se han detenido a un
doctor, una enfermera y un celador, de un hospital psiquiátrico que se cerró
hace ya unos cuantos años, en su día un celador que trabajaba en el, denuncio
en su día la desaparición de su hermano Víctor, la policía nunca cerro el caso
y una vez que desaparecieron de allí, el doctor y sus dos cómplices, empezaron
con las investigaciones, en el hospital se encontraron cuerpos mutilados y
calcinados, en el quirófano un cuerpo de un celador y en la sala de la entrada,
dos cuerpos al parecer rehechos de otros cuerpos y en unos de los laterales del
edificio, enterrados al parecer vivos, cuerpos de bebes. Las primeras declaraciones
del doctor, han sido…
-Quería dar nuevas vidas,
utilizando vidas inservibles para la humanidad.
-Deseándoles un feliz domingo,
se despide de ustedes después de darles las noticias de la mañana, Ana...
No puede ser, si es ¡ANA!
Mi compañera de viaje en el sueño.

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