martes, 24 de abril de 2012

Una noche cualquiera



¿Quién no ha intentado alguna vez, acostarse y soñar con algo intencionadamente?
Yo si..., y por suerte hay noches que lo he conseguido.
Uno de ellos, fue una noche de invierno. Mi intención era soñar como me gustaría, que fuera un cuento escrito para cuando yo fuera mayor, digo mayor con una edad avanzada. Porque cuando escuchamos la palabra cuento escrito, a todos se nos viene a la cabeza, lecturas para niños.
Se me venían imágenes en el sueño de un mundo de fantasía, por mas que buscaba en mi subconsciente no me venían otras imágenes.
¿Quizas fuese, porque la fantasía nada mas nacer se nos pega, en un rincón de nuestras mentes?
En el sueño me veía con un edad ya avanzada, no con muchas arrugas para esa edad, físicamente bien y quizas lo mas importante con la mente totalmente cuerda y con el humor que siempre me ha caracterizado.
Después de deambular por muchos cuentos, me encontré cayéndome en un agujero oscuro y profundo, parecia que no tenia fin.
¡Cuando de pronto! Me encontré subido en un caballo blanco con manchas negras, galopando por una extensa llanura toda árida, no sabia donde me podría encontrar, la verdad que solo por el simple hecho de ir montado en un caballo sin montura, sintiendo su cuerpo y saborear el aire que nos daba en la cara, el sueño no podía empezar de mejor manera.
Después de galopar no se cuanto tiempo, el caballo me llevo hacia un rió, lo cruzamos y nos adentramos por una pradera verde, llegamos a una zona algo rocosa, a la lejanía vi como surcaba hacia el cielo una nube de humo blanco, hice al caballo detenerse, ya que la zona era algo escabrosa, ya andando con el caballo a mi lado, como si yo fuera su dueño amigo, nos dirigimos hacia donde salía la nube de humo, subimos a una cima
desde donde se veía el lugar de donde salía el humo. En lo que me fije, fue..., que desde que cruzamos el río, no dejaba de sobrevolarnos una gran águila.
¡Era un poblado indio!
Algo me fallaba en la intención de mi sueño, porque nunca había soñado que pudiera ser protagonista en un cuento indio, aunque siempre me encantaron sus leyendas, costumbres espirituales, sus nombres, su nobleza, su trato hacia los animales y naturaleza.
Sin desconcéntrame de la larga noche que me esperaba de aventuras. Me volví adentrar en mi sueño
Nos dijimos hacia el poblado, Artax “Símbolo de la amistad, prudencia y honor”y yo, nombre con el que puse al caballo.
Había una veintena de tipis, todas colocadas formando un circulo muy abierto, en el centro una hoguera con grandes troncos secos, medio quemándose.
Artax y yo nos acercamos..., al vernos salieron a recibirnos los niños de la tribu, la verdad es que estaban mas asombrados por la belleza de Artax que por mi presencia. Ya dentro del poblado empezaron a rodearnos las mujeres y hombres de la tribu. La verdad..., estaba asombrado al oír todos sus comentarios, hablaban en su idioma y yo les entendía.
Los hombres tenían unas facciones duras, las mujeres con la piel tostada por los rayos del sol, todas con una belleza natural al igual que el entorno, casi todas con unas largas trenzas, colgando de ellas unas plumas, la mayoría con una cinta en el pelo, sus cabellos largos de color negro azabache, algunos con una o mas plumas en la parte de atrás de la cabellera.
El poblado, estaba al cobijo de unos montañas rocosas y una extensa pradera bañada por un río de aguas cristalinas, en las afueras tenían varios cercados, unos con algunas vacas, cabras y en otro, unos cincuenta caballos y yeguas, al cual se acerco Artax.
Entre la algarabía que se había montado con mi llegada, se abrió paso el gran jefe, me hizo el saludo levantando su brazo derecho.
-Yo soy el gran jefe Takoda “amigo de todos”
-¿De donde vienes hermano? Me pregunto... Yo me quede unos segundos sin saber que contestar...
-Vengo de la pradera árida. Conteste...
Me invito a quedarme en el poblado el tiempo que quisiera, yo acepte la invitación, creo que seria una experiencia inolvidable.
Escuché los relinchos de Artax, me acerque a ver que le podía pasar y vi como poniéndose a dos patas relinchaba con la mirada hacia el cielo, era por la águila que nos acompaño durante el viaje, me acerque acariciarle para que se calmara.
Vi como había algo de revuelo entre los habitantes del poblado, estaban todos fuera de las tipis pintándose las caras, me temí lo peor. ¿Seria pintura de guerra?
Llego la noche..., era una noche estrellada, la hoguera ardía con un gran fuego las chispas encendidas se perdían a la vista entre las estrellas.
Todos estaban sentados alrededor de la hoguera, el gran jefe me invito a sentarme junto a el, el brujo del poblado, me comento..., que al ser luna llena, era noche de leyendas.., ufff me nos mal, que era para eso el pintarse sus caras.
La única luz que había era la del fuego y la de la luna que estaba, como apoyada sobre un gran risco, pero un momento..., sobre el gran risco, ahí estaba el águila, parecia que no se quería perder alguna leyenda.
Entre el graznar nocturno del algún búho, los aullidos de los lobos y el resplandor que dejaba alguna estrella fugaz, creo que iba a ser la noche perfecta, entre esta gente tan amable y unida a la naturaleza, de grandes corazones.
El Gran jefe Takoda, dio el permiso al brujo de la tribu Wahkan “sagrado” para que empezar a narrar la leyenda.



La leyenda





Hace muchísimas lunas.

En un poblado Navajo, cuentan que una noche en la cual rugieron los espíritus del viento, nació la hija de un gran jefe, la llamaron Niyol “Hija del viento”. Desde pequeña su pasión eran los animales y la naturaleza, cuentan que era capaz de comunicarse con ellos atraves de la mirada. Se hizo una joven hermosa, de ojos grandes y algo rasgados de color azul celeste, una gran melena larga dejándose siempre acariciar por la brisas, llevaba una cinta rodeando su frente, dicen que la cinta y un colgante que llevaba con un colmillo de lobo, eran de un gran brujo antepasado suyo, que tenia poderes para comunicarse con los espíritus de los animales.

Su padre el gran jefe Kostichi, en su mayoría de edad la regalo una lobezna, la cual la acompañaba allá donde fuera, Niyol la bautizo con el nombre de Yuma

Un día en unos de sus largos paseos a caballo, se adentro en un gran bosque de hayas, una vez en el corazón del bosque se acerco a la orilla del río que lo cruzaba para que bebiera su caballo, descabalgo, su amiga Yuma de pronto se puso delante de ella aullar, protegiéndola y a gruñir enseñando sus grandes colmillos y con la mirada fija a la otra orilla, cuando de pronto...

En la otra orilla vio como hacia lo mismo un joven cazador de otra tribu, el joven cazador se dispuso a cruzar el río para saludarla de cerca, sus miradas se cruzaron de tal forma, que Yuma dejo de gruñir, que seria lo que noto ella que hasta se dejaba acariciar.

El era un joven cazador, con una melena por encima de los hombros, de ojos negros y grandes, era fuerte, de piel curtida

-El se presento primero.., mi nombre es Artax, hijo del gran jefe Dozzhaahii “Caballo salvaje” ¿Y el tuyo?...

-El mío es Niyol, ¿Qué haces por estas tierras? pregunto Niyol...

-Estoy de cacería, para llevar comida a mi poblado.

-Niyol le pregunto...¿Si me dejas? me gustaría acompañarte aunque no es de mi agrado ver matar a animales, aunque comprendo que es la ley de nuestra naturaleza, siempre y cuando no se haga por placer de los humanos.

Después de mucho caminar por el bosque, no encontraron nada que cazar, la noche se echaba encima del bosque y cada uno tenia que volver a sus poblados.

Quedaron en verse al día siguiente, en el río.

Amaneció el día siguiente con un radiante sol, despertado por los sonidos que venían del bosque, corría una ligera brisa que hacia bailar la alta hierba de la pradera.

Con los primeros rayos del sol, Niyol despertó a Yuma, cogió su caballo y como nunca había cabalgado, a la velocidad de un rayo, fue a su encuentro con Artax.

Nada mas cruzar el río, vio como Artax recogía su manta y su arco.

-Niyol, le pregunto...,¿Has dormido aquí?

-Si, no quería llegar tarde a nuestra cita..., le contesto Artax, con la voz entrecortada y el semblante sonrojado, no podía disimular su enamoramiento hacia ella.

Se adentraron de nuevo en el bosque en busca de una buena pieza, Yuma y los caballos se quedaron en la orilla del río, para no espantar a los posibles animales que se cruzaran en  la cacería.

Se escondieron detrás de uno matorrales frondosos, esperando...

De pronto..., apareció un gran alce, por su cornamenta era ya bastante adulto y una buena pieza para dar de comer a su poblado. El preparo su arco, con una flecha bien afilada, después de un instante apuntándolo, disparó dando en el blanco, el alce estaba herido de muerte, y para que no sufriese, rápidamente saco otra flecha, la disparo y el animal cayo muerto.

Los dos se dirigieron hacia el río, ya que Artax tenia que arrastrar el cadáver del animal, con su caballo hasta su poblado. Niyol aguanto sus lagrimas delante de la presencia de Artax, no quería que viese el dolor que sentía, aunque ella entendía que esa muerte era necesaria para el sustento de su pueblo y así seguir, con las reglas impuestas por la naturaleza. Artax disimulo, como si no se hubiera dado cuenta de su dolor. Al llegar al río, Artax la pregunto...

-Niyol. ¿Quieres que te acompañe, hasta tu poblado?

-No gracias, en tu poblado te estarán esperando, pero si quieres quedamos de nuevo mañana, me gustaría enseñarte, desde donde sueño que vuelo..., contesto Niyol.

-De acuerdo, si quieres quedamos en tu poblado.., dijo Artax.

Niyol subió a su caballo acompañada de Yuma y se dirigió al risco mas alto dando un rodeo al poblado, acompañada de Yuma empezó a subir hasta lo mas alto. Una vez alli  rompió a llorar, por la situación vivida. Las vistas desde lo alto, eran de las mas espectaculares que se podían ver. Se veía, desde la gran llanura árida, su poblado, el bosque y una extensísima pradera con cientos de cabezas de búfalos y caballos salvajes. Así era el lugar que se veia, desde donde Niyol soñaba con algún día volar.

Con su compañera Yuma sentada a su lado y con la mirada perdida hacia el horizonte, Niyol se dispuso a cantar una canto indio implorando al viento.

Cuando de pronto una suave brisa empezó a ondear su melena, en lo que ella continuaba con su canto, la brisa paso a ser suave a ser un fuerte viento, se formo un remolino de color gris alrededor de su cuerpo, de pronto dejo de escucharse su voz, se empezó a escuchar en todo el valle del poblado, los aullidos de Yuma.

De pronto un silencio se apodero del lugar y se escucho..

-Niyol... Desde ahora pertenecerás al mundo de los espíritus indios, serás el espíritu del viento

Al día siguiente Artax, se presento a buscar a Niyol tal y como habían quedado, se dirigió a la tipi del gran jefe Kostichi.

-Me llamo Artax, soy hijo del gran jefe Dozzhaahii, vengo buscando a Niyol me dijo que me llevaría al lugar donde ella sueña con algún día poder volar.

-Ella no durmió en el poblado anoche, imagino que abra pasado la noche en el gran risco, aunque la tengo prohibido que suba ella sola alli, es un lugar sagrado donde imploramos a nuestros espíritus guardianes..., contesto Kostichi.

Se dirigió hacia el gran risco en busca de Niyol, en la subida vio como sobrevolaba una gran águila, su vuelo era majestuoso surcando en las alturas. De camino ya casi en lo alto vio a Yuma acercarse hacia el, se puso a darle con su hocico en las piernas como queriéndole decir algo, Artax quiso entender que la siguiera, ya que el camino hasta la cima era algo escabroso y peligroso.

Una vez en el pico mas alto, vio que Niyol no se encontraba alli.

El quedo asombrado de las vistas tan fantásticas, que se veían desde lo alto.

De pronto se le levanto algo de viento, el empezó a escuchar un canto con la voz de Niyol, el sintió la presencia de ella.

-Niyoool!!! Niyoool!!! grito desesperadamente, cuando de pronto..., empezó a levantarse un fuerte viento, el mismo remolino que se formo cuando desapareció Niyol, se volvió a formar, alli estaba ella como suspendida en el aire y con unas grandes alas de águila, no daba crédito a lo que el estaba viendo.

-Atarx perdóname, pero este era mi destino desde que nací..., siempre que galopes por las grandes praderas y bosques, yo seré tu acompañante. Le dijo Niyol...

Fue cuando el se dio cuenta, que el sueño de Niyol se había hecho realidad y que ya pertenecía al mundo de los espíritus indios.

Bajo rápidamente de los riscos, para dirigirse al poblado de ella para comunicarle a su padre, lo vivido.

Se monto en su caballo, una vez en la gran pradera y galopando tan deprisa como nunca lo había hecho. Vio en la lejanía, como se iba formando una gran nube oscura, una vez debajo de ella, sintió como su caballo y el eran absorbidos por algo sobrenatural y escuchando una voz que le decía...

-Artax... Ha llegado tu momento de pertenecer como lo ha hecho Niyol, al mundo de los espíritus indios tu serás, el espíritu de la amistad, prudencia y honor. Te convertirás en un caballo pura sangre indio. 

-Así, fue como Niyol y Artax se convirtieron en unos espíritus, para ser invocados cada vez que nuestros pueblos indios necesiten de ellos, siempre estarán juntos ella convertida en una gran Águila, surcando los cielos velando por los intereses de la naturaleza, al igual que el convertido en un veloz caballo blanco con manchas negras.

Nunca temáis a nuestros espíritus, se han ido convirtiéndose así desde que nació la primera Luna.

Así fue como acabo la leyenda el viejo brujo del poblado Wahkan.













Yo después de al experiencia vivida en el sueño, os puedo decir, que a partir de ahora tendré mas en cuenta los mandamientos indios.

Trata la Tierra y a todo lo que hay en ella con respeto.

Muestra gran respeto por tu semejante.

Trabaja junto para el beneficio de toda la Humanidad.

Da asistencia y cariño donde se necesite.

Haz lo que creas que está bien.

Mira después el bienestar del cuerpo y la mente.

Dedica una parte de tus esfuerzos al bien común.

Sé sincero y honesto siempre.

Hazte responsable de tus actos.

Rafael Huertas