El destino hizo que dos personas se conocieran, en común no tenían muchas aficiones, quizás las más importantes fuesen que los dos eran como la vida les había enseñado, cada uno con la personalidad que la vida a través de sus caminares por ella les habían marcado. La razón de su amistad desde que se conocieron fue, ser ellos mismos. El primer abrazo que se dieron fue de los que se dan de verdad, de los que sientes muy adentro y tiras la llave a un pozo para que nunca se escape el abrazo de tus adentros y siempre lo recuerdes como un principio que perdurara. Con la compañía de unos cuantos cafés, unas cervezas, un paseo por un parque o un intercambio de comentarios sobre sus idas y venidas por la vida. Se hizo un apego entre los dos, que no hacían falta que se...
vieran delante de unos cafés o cervezas, simplemente con comentarios en la red ya sabían uno del otro como se encontraban anímicamente, desde que se conocieron no es que les tratase la vida de una manera buena, tuvieron que sortear problemas de todo tipo, de esos que marcan a cualquiera. Gracias al contacto casi a diario, y teniendo el apoyo el uno en el otro su amistad se fue fortaleciendo, aprendieron que la amistad te viene porque siendo como eres y dando lo que uno tiene sin esperar nada a cambio, puede llegar a ser una verdadera amistad en poco tiempo. El hecho de que uno necesite al otro simplemente para escucharle reír, quejarse o llorar, ya vale la pena luchar por esa amistad, sabiendo que el apoyo va a ser incondicional y sin esperar nada a cambio, al contrario, unas palabras de ánimo o que le digas que está equivocado, valen más, que un simple café o una cerveza. Ojala se dieran muchos mas casos como el de esta amistad, cuando la entregas y te la devuelven con más cariño, te das cuenta con el tiempo que los amigos verdaderos, ni se venden ni se compran, simplemente el destino te los coloca en tu camino y tú eliges. Creo que estos dos amigos, que el destino quiso que se cruzasen, su amistad morirá con ellos.
Rafael Huertas
Rafael Huertas